El resplandor de Oromë

...Y Oromë, domador de bestias, , también cabalgaba de vez en cuando por la oscuridad de los bosques; llegaba como poderoso cazador, con el arco y las flechas, persiguiendo a muerte a los monstruos y criaturas salvajes de Melkor, y su caballo blanco, Nahar, brillaba como la plata en las sombras. Entonces la tierra adormecida temblaba con el repiqueteo de los cascos dorados, y en el crepúsculo matinal de mundo Oromë hacía sonar el gran cuerno, el Valaróma, sobre los llanos de Arda; las montañas le respondían con ecos prolongados, y las sombras del mal huían, y el mismo Melkor se encogía en Utumo anticipando la cólera por venir. Pero Oromë no había acabado de pasar y ya los sirvientes de Melkor se reagrupaban; y las tierras se cubrían de sombras y engaños. [El Silmarillion, J.R.R. Tolkien]